Dos episodios reprobables, uno muy grave que incluso configura un delito, y otro que desnuda la misoginia y la intención de exacerbar el odio, ocurrieron este fin de semana desde las filas de la oposición al actual régimen.
Los dos asuntos, además, reflejan lo que hemos venido viendo en los últimos meses, con la incapacidad de los partidos de oposición de articular un discurso solvente para criticar a la Cuarta Transformación y las reformas que está aprobando con su mayoría en el Congreso de la Unión.
PRI, PAN y los huesos que aún quedan a lo que fue el PRD se han quedado prácticamente mudos, y sólo en la diatriba, en el denuesto fácil del TikTok y en la mentira, han hallado una voz ahogada.
De ahí que luego del proceso electoral han sido sus corifeos, oficiosos y oficiales, quienes han tenido que salir a darle voz a la oposición fáctica, porque la formal de los partidos ha sido incapaz de generar una narrativa real.
El primer episodio describe precisamente este rabioso y babeante odio opositor.
La semana pasada, la senadora panista por Aguascalientes, María “Chaya” de Jesús Díaz Marmolejo, llamó a “linchar” a los legisladores que voten a favor de la Reforma Judicial. Sí, a lincharlos.
“Es como para que al güey que vote en contra lo linchen, al pendejo, es en serio. Así como es y así como soy yo de malhablada que lo agarren a chingadazos y que le den con todo al güey que no vote en contra de esta reforma”, dijo en una rueda de prensa del Comité Directivo Estatal de su partido.
Por este episodio que a la senadora “Chuya” le pudo haber parecido muy simpático, el presidente del Senado de la República, el morenista José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña, está obligado a presentar una denuncia penal ante la Fiscalía General de la República (FGR).
Es su obligación, por supuesto, velar por la seguridad de los legisladores, tanto como del recinto y de la institución. Y así dijo que lo hará.
Este asunto es de superlativa gravedad, pero también es muy significativo, porque desnuda a la oposición en su rabia, así como en su evidente imprudencia e impotencia.
En otro lado de la configuración de estos episodios, pero que también deja con claridad el momento perturbado que está atravesando la oposición, se hallan los ataques a la diputada local electa de Morena, Elvia Graciela Palomares Ramírez, a quien la han atacado cuentas anónimas en redes sociales, porque decidió tomar unas vacaciones en el extranjero.
La nueva legisladora hace por lo menos 6 años que no tiene un cargo público, ni de representación popular.
No se le puede acusar de gastarse dinero de ningún tipo de erario. Es de Perogrullo suponer que sus viajes los hace con su propio dinero. Y en eso está en su derecho cualquier mexicano y mexicana.
Sin embargo, estos ataques contra Grace Palomares, como es más conocida, exhiben manos rabiosas de la oposición, como en el episodio anterior.
Por supuesto que hay huellas muy claras que exhiben que se trata de un tema de política, pero también de misoginia feroz.
Son dos extremos del mismo clima de frustración que viven los partidos opositores.
Son dos episodios que desnudan que, ante la falta de argumentos, solo les quedan el berrinche y la diatriba.
Sí, es el “hate” puro y rabioso.
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