Lamentablemente, el Club Puebla, desde hace algunos años, se ha convertido en tierra de nadie; me explico: anteriormente usted, como aficionado, sabía con quién recurrir para alabar o para criticar el accionar del equipo.
Si usted llegaba al estadio para realizar alguna aclaración, de lo que fuera de una u otra manera había quien lo atendiera.
Hoy en día parece un equipo fantasma, nadie saca la cabeza por temor a ser criticado, nadie se hace responsable de nada.
Ni siquiera el equipo cuenta con un dueño real, el famoso y desprestigiado “Chómpiras” Jiménez sólo es convocado para algunas fotografías eventuales y de poca relevancia, es un “supuesto” dueño que, como dirían en el argot beisbolero, ni picha, ni cacha, ni deja batear.
Un simple espantapájaros que para eso cobra, pero que en realidad es como si no estuviera.
Al director general, Gabriel Saucedo, se le ve poco, según me platican, es enemigo del protagonismo y en verdad le importa poco salir en medios, entiendo que hace su chamba hasta donde le permiten los verdaderos dueños y hasta ahí.
El director Deportivo, Ángel Catalina, es otro hombre ajeno a los reflectores, trabaja con lo que tiene y de ahí no puede más debido a que les dejaron un equipo hipotecado con contratos a mediano y largo plazo de jugadores, sin cláusulas de escape, por lo que están imposibilitados de adquirir buenos refuerzos, pues el presupuesto de la escuadra les impide liquidar a algunos de los actuales y contratar a otros, lo que generaría un doble o triple gasto para la institución.
En lo que refiere a los “supuestos” negocios donde se encuentra el no menos desprestigiado Ro(b)a, sólo se sabe de él por sus malas mañas, raterías y amantes al interior del club, donde hace y deshace a su antojo en contubernio con la “madam” que le queda, y el administrador del Cuauhtémoc, quien opera el estadio a control remoto desde las lujosas oficinas de Lomas de Angelópolis, desde donde se le ve salir en su automóvil de lujo de más de millón y medio de pesos , además, también funge como representante legal ante el Gobierno del Estado y para trámites administrativos del equipo, es decir, “la iglesia en manos de Lutero”.
Los cuales operan en las sombras y tras bambalinas con el objetivo de no ser descubiertos de sus fechorías, situación que ha fracasado en gran medida, ya que muchos negocios realizados por estos “caquitos” han sido dados a conocer por quien esto escribe y por algunos otros medios de comunicación.
No me dejará usted mentir, o dígame abiertamente ¿quién se hace responsable del paso del equipo ante la afición poblana?
Todo lo manejan a base de mentiras desde las redes sociales del equipo, las cuales, más bien parecen las redes de un borracho escupiendo incoherencias, algunos aún las creen y son timados, aunque ya la mayoría de la afición abrió los ojos y tienen en realidad, a la escuadra, en el abandono total.
Ninguna campaña de marketing puede funcionar teniendo un equipo perdedor y lleno de desorden como es el Club Puebla.
Es duro decirlo, pero alguien debería de mencionarlo, pues de no hacerlo nos estaríamos convirtiendo en cómplices de estos “pillos” que solamente han venido a verle la cara de tontos a la noble afición poblana.
Es cuánto.
En lo deportivo, poco en realidad, la llegada de Garnica, que suena bien y podría aportar por la banda derecha; la incógnita de Rivas, joven lateral proveniente de Pumas, quien a mi parecer vendrá para ser banca de Ferrareis o Angulo, y la reincorporación de Luis Quiñones, por el cual Tigres prácticamente lo regaló a seis meses de terminar su contrato, aunque, a decir verdad, el colombiano fue el que más aportó el torneo anterior a favor de los camoteros.
Se decía que después del 26 de diciembre se tendrían noticias de algunas incorporaciones más, veremos si en los próximos días la directiva anuncia, aunque sea a control remoto, quién más podría aterrizar en la Angelópolis.
Aprovecho para desearles a todos los lectores y radioescuchas un feliz año 2025.
Que todos sus deseos se cumplan, abrazo a todos.
Nosotros como siempre seguiremos en línea.
Hasta el próximo año.
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