viernes , 5 septiembre 2025
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Influencers: su poder en la opinión pública digital | Entre ruidos y señales

Por: Ricardo Martínez Martínez

La manera en que consumimos información política ha experimentado una transformación radical en los últimos años. Los creadores de contenido, antes vistos como simples generadores de entretenimiento, se han convertido en protagonistas indiscutibles del panorama informativo.

Su influencia es tan poderosa que, en eventos políticos de gran envergadura, no sólo asisten como espectadores, sino que comparten escenario con las figuras más prominentes de la política mundial.

Un ejemplo revelador de este fenómeno se observó recientemente en la Convención Demócrata de Estados Unidos. Más de 200 creadores de contenido fueron acreditados para cubrir el evento, y algunos incluso compartieron escenario con personalidades como Kamala Harris y Barack Obama. Este hecho nos lleva a cuestionarnos: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué implicaciones tiene este cambio para la información política en la era digital?

Los creadores de contenido han logrado lo que antes parecía impensable: superar a los medios tradicionales en plataformas como TikTok, Instagram y YouTube. Según el Digital News Report, el 57% de los usuarios en TikTok se informa a través de influencers, relegando a los periodistas a un segundo plano. No solo difunden noticias; las interpretan, las personalizan y las adaptan para captar la atención de audiencias que buscan contenido breve y emocional. Este cambio tiene implicaciones profundas, tanto positivas como negativas. Por un lado, han democratizado el acceso a la información, atrayendo a audiencias que se habían alejado de las noticias tradicionales. Han innovado en formatos y narrativas, logrando que temas antes considerados aburridos o distantes sean ahora de interés para muchos.

Sin embargo, este fenómeno no está exento de riesgos. Uno de los más graves es el aumento de la desinformación. Los influencers no están sujetos a los códigos de ética periodística ni siguen protocolos rigurosos para verificar la información que comparten. Como resultado, sus contenidos pueden contribuir a aumentar la polarización y reforzar las llamadas “cámaras de eco”, donde solo se consume lo que confirma nuestras ideas preexistentes.

Es aquí donde surge una necesidad imperante: los creadores de contenido, con su creciente fuente de información, deben asumir una responsabilidad proporcional. La calidad de la información que difunden debe mejorar. Es esencial establecer normas claras para la verificación de información en estos espacios digitales, evitando que la información política se convierta en un campo de juego sin reglas.

Una analogía didáctica podría ser la de considerar a los creadores de contenido como chefs. Pueden preparar platos visualmente atractivos, pero si los ingredientes no son de calidad, el resultado puede ser perjudicial. Lo mismo sucede con la información: si no está bien fundamentada, puede “intoxicar” el debate público.

Por ello, la alfabetización mediática se vuelve crucial. Es urgente enseñar a las audiencias a filtrar la información que consumen, tal como si estuvieran separando el agua limpia de la sucia en un río turbulento. Plataformas de verificación y programas de educación mediática serán fundamentales para que los ciudadanos tengan herramientas para navegar en este mar de desinformación.

Así como plataformas como Netflix han cambiado la forma en que consumimos entretenimiento, los creadores de contenido están redefiniendo la manera en que consumimos información política. Si no aprendemos a utilizar este fenómeno a nuestro favor, corremos el riesgo de que la profundidad de los temas políticos se diluya en la superficialidad. Por lo tanto, es innegable que los creadores de contenido han llegado para quedarse. Son una fuerza poderosa en la forma en que nos informamos, pero con ese grado de influencia también llega una responsabilidad que no podemos ignorar. Debemos apostar por fomentar un pensamiento crítico que nos permita filtrar la desinformación, fomentar una política auténtica y evitar que la política se convierta en puro entretenimiento.

La política puede y debe ser emocionante, pero siempre debe estar fundamentada en hechos y no en emociones o narrativas superficiales. Los creadores de contenido son un actor novedoso con poder en la información política, pero depende de todos nosotros que ese poder se utilice para fortalecer la democracia y no para debilitarla.

Editor: Fabián Sánchez

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